Hoy les traigo una minireceta fácil y rápida pero a la vez increiblemente versátil e indispensable para muchos proyectos de repostería en casa: el merengue italiano.
Parafraseando una de mis películas preferidas "Este es mi merengue, hay otros muchos pero este es el mio". De las recetas que conozco es igual la más laboriosa pero merece la pena cuando ves en tu bol esas nubes densas y cremosas con un brillo sin igual y que encima te puedes comer directamente a cucharadas sin miedo a una cagalera de mil demonios.
Ingredientes
- 3 claras de huevo
- 180 gramos de azúcar
- 50 ml de agua
Elaboración
Comenzamos preparando un almíbar. Para ello echamos en una olla los 180 gramos de azúcar junto a 50 ml de agua y empezamos a calentar a fuego medio. Con un termómetro de azúcar mediremos la temperatura del almíbar, el punto clave está sobre los 115ºC. Sobra decir que ésto está muy caliente, recomiendo que no metas el dedo para probar a ver si está bueno. A todos los efectos es cómo si fuera napalm, se te pegará a la piel y te pegará una quemada de las que en el futuro contarás a tus nietos.
Mientras se está haciendo el almíbar vamos batiendo las claras hasta alcanzar el punto de nieve. Si alguno no sabe como se baten claras he aquí un ilustrativo gif:
Una vez nuestro almíbar alcance la temperatura deseada lo iremos echando en la espuma de huevo en un hilo muy finito mientras batimos constantemente. Seguimos batiendo sin parar hasta que el merengue se enfríe, sabremos que está listo cuando se haya vuelto notablemente más firme y tenga un brillo muy característico.
Y ya está. Ahora solo te falta elegir que tipo de dulce quieres embadurnar de merengue, la decisión es tuya y las posibilidades son infinitas.
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