Saludos cavernícolas!
Hoy toca otra de esas recetas sencillas que encajan bien en esa frase que tanto me gusta: "La verdadera maestría es coger un plato sencillo y hacer de ello algo espectacular". Como ya se acerca el verano y con él la inevitable operación bikini vamos con algo sanote. Se trata de una pechuga de pollo a la plancha con arroz blanco y una salsa de sartén. Vuelvo a oír en mi cabeza la voz del lector sabelotodo diciendo "Coño pero si una pechuga a la plancha la sabe hacer cualquiera". Pues NO! Cualquiera sabe coger unos filetes de pechuga y convertirlas en plantillas de bota de obra con sabor a pollo pero para mí eso no es saber cocinar.
Ingredientes
Para el pollo con arroz:
- Una pechuga de pollo entera y limpia
- Dos dientes de ajo
- Aceite
- Sal
- Mantequilla
- Arroz
Para la salsa:
- Azúcar
- Sal
- Pimienta
- Salsa Worchestire - esto sé que nadie lo tiene en la despensa, es opcional.
- Limón
- Mantequilla
Elaboración
Empezamos poniendo nuestra sartén a calentar a fuego medio (en mi vitro al 5 va bien) y ponemos el arroz a hervir (si no sabes como cocinar arroz me preguntas y te lo resuelvo sin cargo adicional). Una vez caliente la sartén echamos un chorro de aceite de oliva y los dos dientes de ajo. No hace falta pelar los ajos, con darles un golpe para abrirlos un poco basta.
El pollo no se filetea, prepararemos la pechuga entera que así es como se queda jugoso, solamente le echamos sal por los dos lados y le damos un par de golpes para que se quede más o menos de un grosor igual por todas partes. Colocamos la pechuga en la sartén y dejamos que se vaya cocinando a su ritmo.
Recuerden que al pollo hay que dejarlo tranquilo, si lo andamos moviendo cada dos por tres no se quedará igual. Mientras se va haciendo conviene ir dándole la vuelta de vez en cuando a los ajos ya que si no se pueden quemar y el ajo quemado tiene un sabor amargo del carajo.
Cuando el pollo esté cocinado hasta un poco más de la mitad añadimos aproximadamente una cucharada sopera de mantequilla en la sartén, le damos la vuelta a la pechuga y dejamos que termine de cocinarse. La mantequilla que tenemos en la sartén infusiona con el sabor de los ajos y lo iremos echando por encima del pollo con una cuchara.
La mejor forma de saber que el pollo está bien cocinado es al tacto, cuando esté firme es que está preparado. El tacto será parecido al de la parte carnosa por debajo del pulgar cuando juntamos el pulgar con el dedo meñique. Cuando esté en su punto lo retiramos de la sartén y lo colocamos en un plato que cubriremos con una tapa o un plato hondo para que se mantenga la temperatura y los jugos se asienten dentro de la pechuga.
Ahora solo nos quedaría preparar la salsa de sartén, para ello vamos a aprovechar la misma sartén en la que acabamos de cocinar el pollo. Echamos poco más de una cucharita de café de azúcar y dejamos que empiece a derretirse, añadimos sal y pimienta al gusto y aproximadamente un cuarto de vaso de agua. Con una espátula levantamos el glaseado del pollo de la sartén y mezclamos todo bien. Añadimos una cucharada sopera de salsa Worchestire si la tenemos y otra de mantequilla. Echamos el zumo de un cuarto de un limón y reducimos mezclando contínuamente hasta que la salsa tenga la consistencia deseada.
Ya solo nos quedaría cortar el pollo y servirla con la salsa y el arroz. Si tienen un cuchillo bien afilado úsenlo, con un cuchillo malo van a hacer un destrozo y cenarán pollo desmenuzado.
Y con esto nada más. Que aproveche y hasta la próxima!
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